Coruxo se convirtió ayer en un circuito urbano para acoger la segunda edición de su Bajada de Carrilanas. Numeroso público se congregó a lo largo de los 1.300 metros del recorrido para disfrutar con la habilidad de los pilotos para manejar sus carros de bolas, bicicletas y monopatines durante el sinuoso descenso.
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